El lenguaje cambia con el lugar, el espacio y el tiempo; está vinculado a la identidad, la moral, la política, las instituciones y el mundo social. Debido a la naturaleza compleja de la lingüística y las diversas asociaciones que surgen con los términos que se investigan, es nuestra responsabilidad como investigadores mirar más allá de nuestros puntos de referencia individuales o las referencias que nos brindan las fuentes de Internet que pueden estar vinculadas a un colectivo en particular. No podemos considerar las palabras y los conceptos, ni siquiera los objetos, como conceptos individuales, definitorios o concretos, especialmente cuando nos dedicamos a una investigación de culturas y tecnologías extremadamente diferentes a las nuestras. Algunos creen que el lenguaje es una abstracción, lo que significa que es fluido y, en muchas circunstancias, indefinible fuera de los sistemas jerárquicos que eligen qué palabras, dialectos y conceptos tienen peso y cuáles no. Por ello hemos elegido utilizar el término interpretación en lugar de definición al presentar el significado de un concepto y por eso nos alejamos de la práctica colonizadora de memorizar términos y repetirlos y nos acercamos a la práctica descolonizadora de ofrecer diferentes perspectivas y espacios reflexivos para conectarse con uno mismo y con el mundo dentro de cada una de esas perspectivas.